Todos creamos muros de personalidad a nuestro alrededor, levantados con los sillares de nuestras memorias del pasado como mecanismo de protección, pero ¿sabías que también los creamos alrededor de otras personas encerrándoles en nuestra propia idea de quiénes son?

Cuando tiramos todas esas murallas entre unos y otros, podemos vernos de ser a ser y nuestras relaciones se vuelven más profundas y enriquecedoras. Muchos conflictos se resuelven como por arte de magia si realmente te permites soltar la idea que te has hecho sobre quién es la otra persona. Estamos en presencia de alguien y con frecuencia sólo nos acompaña una proyección de quién es esa persona. Resulta problemático porque entonces le impedimos al otro ser quien es en cada momento, cambiar y evolucionar. ¿Con quién estoy, con la persona que conocí hace diez años o con la que es aquí y ahora?

El siguiente ejercicio hará que derrumbes las murallas en tus relaciones y te liberes tanto a ti mismo como al otro/a del cerco en el que os habías metido a los dos:

Siéntate en un espacio tranquilo con una actitud meditativa y armoniosa.

Respira durante unos minutos hasta que sientas que tu conciencia está asentada en el corazón.

Entonces visualiza un espacio virtual en el que tú y la persona elegida os encontráis en vuestra forma más evolucionada y luminosa posible.

Mira a los ojos del otro y pregúntale suavemente: -¿Quién eres? .... ¿Quién eres? ... ¿Quién eres?

Permite que la otra persona se exprese: Quizá no suceda a través de las palabras, posiblemente lo haga a través de sensaciones y sentimientos.

Cuando sientas que el ejercicio está completo, despedíos con un abrazo y vuelve a tomar conciencia de tu cuerpo físico.

Es súper importante que cuando te encuentres de nuevo con la persona con quien hiciste la visualización, procures no proyectar e intentes ver más allá. Mírala/lo con actitud receptiva, como si fuera la primera vez que os encontráis y ¡disfruta!

Amor y Paz en todas nuestras relaciones

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