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Esta tarde, apoyada en el coche con el sol calentito dándome en la cara mientras esperaba a mi amiga Marga me vino a la cabeza la preciosa frase española "!Estoy en la gloria!". Gloria como un placer supremo, propio de algo celestial pero experimentado aquí, en la Tierra.
Mis últimas clases han estado dedicadas a ananda, la Dicha y Deleite Supremos. Y la práctica siempre la llevo conmigo fuera del estudio. Durante siete días he estado buscando esta cualidad de mi Ser en todos los momentos del día. Siempre que me acordaba me repetía mentalmente la palabra ananda, ananda, ananda... Y funciona! cuanto más me recordaba "ananda", más pequeños momentos de placer encontraba. Me sentía bien, en paz y disfrutando plenamente de estar viva.
Luego me di cuenta de lo afortunada que soy porque en cada clase que doy puedo apoyar a los demás en el descubrimiento de su propia fuente inacabable de Dicha Suprema. Esta se encuentra en el propio corazón. La labor del yoga es descubrir nuestra naturaleza esencia. Una vez que descubrimos quiénes somos autenticamente, surge la necesidad de compartirlo con los demás. Esta semana descubrí que en cualquier sitio y lugar podemos disfrutar con alegría porque así es como somos internamente. Lo interesante es que creció en mí un deseo consciente de contribuir a bienestar de los demás.