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XHace un par de meses vi un vídeo genial de Rosario Flores, famosa hija de nuestra "faraona". Debía ser finales de los sesenta y se ve a una Rosariyo de unos cinco años. En un sarao familiar alguien le pregunta "Y tú, ¿qué quieres a ser de mayor?". A lo que la niña responde con una gran sonrisa "Yo, ¡gitana yeyé!". Siempre he sido gran fan (ignorante, he de confesar) de lo flamenco, pero esta anécdota me pareció que ilustraba de una manera muy enternecedora la esencia de lo que significa evolucionar. La expresión inocente "gitana yeyé" recoge, por un lado, la tradición y lo sagrado del linaje gitano; por otro, le da continuidad al pasado porque bajo el término yeyé se amparaba todo lo nuevo y lo que abría un espacio para la creatividad. Le daba a la vida un toque fresco, actual y lleno de alegría.
Y seguro que ahora estaréis pensando ¿qué tiene esto que ver con el yoga? Bien, el yoga también es una disciplina en constante transformación. Los yogis actuales la llenamos de significado y validez. Sin nosotros no existiría y, si los rishis y yogis de hace miles de años levantaran la cabeza, no cabrían en su asombro de ver lo lejos que estamos llegando. Tenemos acceso a una inmensidad de textos viejos y modernos; podemos asistir a clases presenciales, en internet o incluso con nuestros smart phones. Llegan a nosotros prácticas muy avanzadas, provenientes de variadas tradiciones o transmitidas directamente por seres iluminados que viven hoy en día. ¡Somos increíblemente afortunados!
Mucha gente discute sobre si el yoga de ahora es bueno o no, sobre si su sabiduría está diluída. También se critica el énfasis en el cuerpo físico cuando, entre otras cosas, se debe a la necesidad imperiosa que los occidentales tenemos de movernos conscientemente. A mí me encanta cómo el yoga está creciendo en nuestros días. Krishna Das (famosísimo músico de kirtan) acaba de actuar en los Grammys; la gente por la calle utiliza palabras como "karma", "tantra" o "ayurveda" y mis alumnos provienen de todo tipo de profesiones, lugares del mundo y clases sociales. Alguien incluso me llegó a decir el otro día, medio en broma medio en serio, que se estaba formando un ejército revolucionario de liberación yogi dispuesto a cambiar el mundo a base de luz, sabiduría y amor.
El yogi vive inspirado, en unión con el espíritu o alma. El flamenco tiene duende y el arte surge de su interior, también del alma. Ambos viven en estado de perfecta presencia, aquí y ahora, que es donde brota la magia creadora. Esta resulta de una apertura total a la Gracia universal. ¡Sigamos avanzando y llenando de significado el mundo del yoga!
Namasté y olé
¡Mucho arte!
¡Mucha vida por bailar!