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XEstás en la playa, te tumbas, te relajas y ¡pum! la mente empieza a darte la lata, repitiendo los mismos pensamientos una y otra vez, empiezas a sentirte fatal y llegas incluso a verte prisionero en un bucle de negatividad. Esto puede sucederte en cualquier lugar, haciendo pedazos momentos especiales que se suponía que ibas a disfrutar. Existe una manera de pararlos.
No resulta fácil, lo sé, y a veces esos patrones de pensamiento son tan feroces como un tigre hambriento, capaces de destrozarnos en una milésima de segundo. Por eso es normal tenerles pánico, pero tranquilo, porque nuestra luz interior es mucho más fuerte y poderosa que todos ellos juntos. En la transformación alquímica aparece material psicológico dificultoso que trae consigo sensaciones físicas desagradables, memorias que habíamos apartado a lugares recónditos del subconsciente donde no podían molestarnos e incluso desequilibrios como la ansiedad o los problemas de sueño. Trabajar con todo ello es importante y ¡necesario!
1. Tu mente es tu mejor amiga Antes de nada debes recordar es que tu mente ES tu mejor amiga y es la primera a quien no le gusta nada de nada verse atrapada en círculos viciosos de negatividad y desempoderamiento. Para poder verla así, como una amiga, es fundamental recuperar tu conexión con tu centro de luz, sabiduría y amor.
2. Escúchala Cuando por tu mente pasan los mismos pensamientos destructores una y otra vez, son mensajeros de algo importante. Es como cuando se te mete una piedra en el zapato, el problema no es el dolor, el pie, ni el zapato y la acción requerida es que te quites la dichosa piedra. ¿Qué esconden esos pensamientos repetitivos? Atrévete a escucharlos, explóralos y encontrarás el problema subyacente.
3. Trabajad junta/os En lugar de luchar, de esconderlos o de engancharte en los pensamientos obsesivos, re-dirige tu atención creando un foco más potente. Puedes utilizar la respiración consciente, el trabajo con afirmaciones positivas y sobre todo, fortalece tu músculo mental a través de la práctica continuada de meditación sentada para que cuando el tigre empiece a rugir recuerdes que con tus dotes de domador puedes amansar hasta las fieras más terribles.