El concepto de "revelación" me ayuda mucho a relajarme, a apreciar mi vida y mis circunstancias y a ver las cosas desde una perspectiva de serenidad. A menudo pensamos que el camino del yoga es difícil, cuesta arriba por la montaña. Muchas veces se oye que el yoga nos lleva a un lugar donde nunca antes hemos estado, que nos lleva a ser algo que no éramos, que nos cambia y nos transforma. Todo eso es cierto en parte, pero cuando me relaciono conmigo misma y mi vida interna desde esta perspectiva, me estreso mucho porque supone una negación de donde estoy y de quien soy. ¿Alguna vez te ha pasado que al coger un libro de autoayuda te has sentido peor contigo mismo de lo que estabas?

La tradición del tantra-yoga nos da una visión diferente. Nos anima a decir "sí" a la vida, a abrazar todo lo que somos (incluídos los malhumores de por las mañanas, los michelines de más o las ganas de tomarte un helado de chocolate), a confiar en que todo lo que tenemos y lo que la vida nos trae es perfecto para nosotros, aquí y ahora.

La vida se convierte entonces en una revelación de nuestra propia luz, de los regalos internos con los que hemos venido a este mundo. No hay nada que buscar, que adoptar, que aprender, que agarrar, que conseguir o conquistar. La tradición del tantra-yoga nos dice que ya somos todo lo que tenemos que ser, sólo hay que manifestarlo. Puedo relajarme y vivir mi propio plan, con sus particularidades y sus rarezas, sabiendo que a través de mí existe algo más grande que se manifiesta de una manera única e irrepetible.

Por alguna razón el universo nos necesita a cada uno de nosotros tal y como somos. Celebremos la vida como un acto de revelación divina. Ríe, danza, baila, momento a momento.

Om Aim Krim Kalikaye Namah

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