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XLlegó la época en que los brillos y las lentejuelas están más presentes que nunca en los escaparates o en el subconsciente de muchos. Esto tiene un aspecto maravilloso pues cuando activas en ti una manera de celebrar más profunda, la que nos lleva a hacer de cada momento de lo cotidiano una fiesta independientemente de la ropa que te pongas, la vida es una pasada. Ha sido una de las prácticas que más transformación me han traído, sigue leyendo para saber cómo la celebración hizo que pasara de la tristeza a la alegría.
Ayer justo estaba con mi madre en la cocina y le comenté que me alucinaba observar cómo había cambiado yo, los giros fascinantes que había dado mi vida en los últimos años. No es que antes me fuera mal, para nada, pero sí es cierto que en mi corazón se escondía una tristeza sorda y dolorosa que arrastraba desde niña. A través de los años, también me daba cuenta de que debajo de todo eso existía un canto alegre y divertido, como risa sonora de hadas. Muchas veces me preguntaba por qué no podía ser plenamente feliz, incluso me sentía culpable por no serlo, seguro que me entiendes perfectamente. Momento a momento, me dediqué a poner en práctica la ley femenina de la Celebración Consciente y la tristeza se transformó en felicidad hasta llegar al punto en el que estoy hoy en día, capaz de festejar cada respiración, cada logro y cada dificultad.
Consecuencias de esto son la aceptación plena, el dejarse fluir o sentir la compasión ilimitada, también lo son la salud del cuerpo-mente, el regalo de dormir tranquila y la gratitud infinita. ¿Cómo se aplica? Es mucho más fácil de lo que se cree. Muchas veces al día busca algo en ti que despierte la alegría. Si estás enfadado, respira; si triste, canta; cuando estés fatigado física o mentalmente, duerme; y lo más que puedas aprecia las numerosas bendiciones que ya hay en tu vida. Te garantizo que si lo pones en práctica, tu vida será una fiesta para el alma.
Que tu mes de diciembre esté lleno de juego y de risa.
Photo by Amy Shamblen on Unsplash