Tierno valor 12-04-2013

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¿Alguna vez te has paseado por un bosque al comienzo de la Primavera? Ayer mientras preparaba una clase me acordé de los árboles majestuosos que rodeaban mi vida cuando vivía en Estados Unidos. En esta época del año todo se despierta en la Naturaleza de los climas continentales y es cuando los helechos empiezan a brotar. Primero emergen como una pequeña espiral, muy apretada en sí misma, como una gran concentración de energía. Despacio va desenroscándose, expandiéndose hasta que las hojas alcanzan un tamaño enorme. Muchas veces pienso en el coraje que debe tener una pequeña semilla para germinar, empujar sus pequeños tallos y raíces filamentosas a través de la densa tierra y así seguir la llamada del sol hasta convertirse en la más hermosa de las plantas.

La vida es un poco así. El Yoga nos dice que cada alma tiene su propio camino y encierra en sí la trayectoria completa de su existencia, pero casi todos nos encontramos en estado de semilla (aunque nuestros cuerpos físicos digan lo contrario). La luz de la conciencia cultivada en Yoga despierta nuestro deseo de comprensión, igual que el sol incita a las plantas a desplegarse y ofecernos su belleza. Hay que ser muy valiente para romper la cáscara dura que arropa nuestra esencia, pero cuando te toca crecer a lo grande, las circunstancias no son siempre favorables. VIRYA es la cualidad intrínseca del valor que acompaña nuestra práctica.

En el camino de la espiritualidad hay una etapa inicial en la que aprendes mucho, lees, te informas, practicas, meditas y qué se yo la infinitud de cosas que hacemos para evolucionar. Todo eso te prepara, generando un deseo muy profundo de crecimiento interno. Ese deseo de Ser se concentra muchísimo en tu pequeño-gran corazón, tanto que entonces rompe su cáscara y a se expansiona para desarrollar todo su potencial en este cuerpo y en esta vida. La práctica de Yoga es una de las herramientas más potentes pues te fortalece desde el amor y te lleva a traspasar límites y muchas ideas preconcebidas sobre ti mismo (¿quién te iba a decir que harías el pino a los cuarenta?).

El romper y crecer no son momentos fáciles del camino, pero son muy bellos. Si alguna vez has presenciado los comienzos de un helecho, es en esa etapa cuando sus colores verdes son más luminosos, cuando las pequeñas hojas tienen el brillo más especial y la superficie es casi aterciopelada. La ternura, sensibilidad y fuerza interior se combinan en ti para llevarte a la expansión sin límites de tu Ser. ¡Sigue desplegándote con todo el corazón!

Aum Gam Ganapataye Namaha

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