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XU n gran amigo, también profe de yoga, me comentó que se iba de viaje por el mundo mundial porque andaba falto de inspiración y se iba a practicar yoga en tierras lejanas. Yo pensé ‚Äú¡Vaya suerte!!‚Äù pero más tarde, meditando sobre nuestra conversación me pregunté ¿y si en lugar de buscar las musas en algo externo hacemos de nosotros mismos la fuente de inspiración? si no bien de otros, por lo menos de nuestra propia vida...
La tradición del yoga habla mucho de esto. A mí me encanta cuando utiliza términos poéticos para referirse al despertar del ser como un florecimiento en el jardín de la existencia. Siendo mayo no podía faltar un post dedicado a las flores (siempre me han inspirado a vivir de la forma más elevada). En el caso de hoy, hablo de las internas.
Tu cuerpo sutil está formado básicamente por canales donde fluye la energía, algo así como un sistema de riego, y por centros energéticos que se abren al igual que flores a la caricia del sol. Los yogins llamaron chakras a esos centros energéticos y cada uno de ellos hace que te desarrolles en las diferentes áreas de tu vida. Las representaciones más antiguas de estas ruedas de luz en el cuerpo nos recuerdan la forma y la textura de las flores. Tienen un centro desde el cual ¬†se despliegan¬†pétalos, son de colores y texturas vibracionales diferentes. Y es que crecer espiritualmente es un florecer a lo divino. Cuando practicas yoga riegas el jardín energético que eres. Todas las flores de tu cuerpo sutil se abren, se llenan de conciencia expandiéndose por el mundo como la más exquisita de las fragancias.
Todos, absolutamente todos, tenemos esa capacidad, derecho y casi diría que también obligación de ‚Äúser una inspiración‚Äù, de hacer de nuestras vidas y de las de los demás algo más bello y armónico. Así que, a serlo!