Cuando te registres, recibirás un mensaje semanal sobre el estilo de vida yóguico.
XVerano y viajes, parece que van de la mano ¿verdad? pero no todo el mundo viaja por vacaciones o por trabajo. En mi familia no nos asentamos hasta que yo ya tenía once años, hasta entonces la vida era bastante nómada, mi padre siempre con esa necesidad de mudarse, como si estuviera atrapado en su propia vida. Los cambios de escenario pueden reflejar grandes saltos evolutivos o no hacerlo. Veamos por qué.
En realidad, el viaje del alma es una aventura de eternas mudanzas. Vas tomando diferentes cuerpos y circunstancias de acuerdo a lo que necesitas ir comprendiendo. Aprender a empezar de nuevo y a abrir nuevos horizontes fue uno de los regalos de mi educación, pero igual que ser turista y viajero no son lo mismo, existen diferentes maneras de fluir a través de los cambios en la vida. Por un lado está la actitud de quien va huyendo de las propias circunstancias y no encontrando nada porque, claro, quien busca afuera nunca haya. Ese era el caso de mi padre. Este tipo de personas parece que no acaban de poner los pies en la tierra, que profundizan poco en las cosas o que nunca llegan a estar satisfechos ni contentos con lo que tienen. Al poco tiempo de llegar a un lugar, empiezan a pensar en el siguiente. Su trayectoria se vuelve una gran huida y pueden repetir el patrón durante vidas. Por otro, tenemos la postura de quienes se mudan sabiendo que los cambios de residencia suceden para que se completen historias de la trayectoria álmica. Hay quienes han venido aquí para vivir siempre en el mismo lugar, mientras que también existen quienes tienen que hacer y deshacer las maletas muchas veces y estando súper presentes en cada lugar, explorando a tope en el interior pues comprenden que esa etapa trae grandes enseñanzas para la evolución. La diferencia entre ambos casos reside principalmente en la actitud con que uno se mueve por el mundo. ¿Huída o evolución? Si estás leyendo esto, seguro que lo tuyo va de lo segundo.