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XCuando estoy fuera de casa y de vacaciones medito mucho, pero a horas diferentes cada día, en lugares distintos y durante periodos de tiempo variables. Es genial porque salgo de mis hábitos y me permito hacer las cosas tal y como van viniendo. La espontaneidad y la escucha interna marcan la pauta, pero algo en mí está más que feliz al volver a mi espacio de meditación y mis rutinas.
Seguir un horario relaja el cuerpo y la mente, mientras que los cambios introducen un componente de estrés porque exigen que constantemente estemos adaptándonos a la novedad. Ambas cosas son necesarias como parte de nuestra configuración humana y conviene recordar que no sólo existe el estrés negativo, sino que también puede ser positivo y actuar como detonante de cambios evolutivos importantes en nuestras vidas. Sin embargo, si tuviera que determinar una proporción entre rutina y novedad para la práctica de meditación, diría que funcionamos mejor y somos más felices cuando el 85% de nuestro día a día es rutinario y tranquilo, con un 15% de elementos o experiencias novedosas.
Por ello todos los maestros recomiendan las siguientes pautas que aseguran el éxito en nuestra práctica interna:
Medita a la misma hora. Temprano por la mañana y/o por la tarde, antes de cenar.
En el mismo lugar porque energéticamente te será más fácil asentarte y conectar con lo universal en ti y en todo lo que existe.
Utiliza la misma técnica durante periodos largos en la vida. Hay muchísimas técnicas meditativas, pero cuando encuentres una que te gusta y te conecta, permanece leal a ella.
Una vez a la semana, da un paseo por algún paraje bonito en la naturaleza y medita en ese lugar.
Mantén la misma actitud abierta y de maravilla de cuando comenzaste tu viaje de meditador, esperando nada, con cero expectativas, permitiéndote ser y sentir.
¡Feliz comienzo de otoño!